13 outubro 2015

pobrezinhos mas felizes

Devo ter entendido alguma coisa mal, porque o que li neste texto do Angus Deaton, ontem distinguido com o prémio Nobel da Economia, é que a austeridade não tem de ser inimiga da felicidade de um povo. O importante é que a pobreza não desça abaixo de determinado limiar, diz ele, se bem entendi.
Ora bem: isto não é o prémio Nobel da Economia, isto é o prémio Nobel da Paz Social.

E agora vou ser má: se deixarem os pobrezinhos lavar os dentes com a água a correr, e comer bife de vaca ao domingo, se lhes derem bilhetes de transportes públicos para irem visitar os netos, está tudo bem.


"Las vidas emocionales no son completamente ajenas al dinero. Si yo fuera tan pobre que no pudiera visitar a mis nietos, sería muy infeliz. En general, la falta de dinero -la pobreza- puede interferir gravemente en nuestras vidas emocionales, seguramente porque no tengamos suficiente ni siquiera para hacer vida social, comer con los amigos o practicar deporte con ellos. Pero más allá de eso, el dinero no importa tanto.
Son buenas noticias, y supone también una advertencia. La advertencia de que los programas de austeridad deben diseñarse para proteger a los más desfavorecidos, porque la pobreza puede arruinar gran parte de lo que importa a la gente. Pero si eso se logra, por más que la gente percibe la austeridad con enorme fastidio, hay muchas menos razones para preocuparse por la felicidad. La gente seguirá siendo igual de feliz (o infeliz) que antes, se preocupará quizá un poco más, pero no por ello estará más triste, o más enfadada, y disfrutará igual de sus vidas. La austeridad es mala -ya lo creo que lo es-, pero no tiene por qué destruir nuestros placeres diarios."



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